lunes, 9 de julio de 2012

A mí tampoco me gustan los lunes

Bares vacíos: de emociones, de gritos, de voces, de abrazos, de risas. Bares vacíos: de gente. Los hosteleros han vivido un paréntesis en estos momentos en los que el consumo familiar dedicado al ocio en los bares y en las cafeterías se ha reducido hasta prácticamente desaparecer. En estos lugares, como en tantos otros, la palabra austeridad, tan famosa en estos tiempos que corren -pero no tan deprisa como debieran-, se antoja exigua y poco descriptiva.
Cuanto más lejos llega la selección de fútbol en los campeonatos mundiales, tanto más largo se hace este paréntesis. "La Roja" se ha portado la mar de bien para con este colectivo y se ha hecho la primera de sus abanderados.
Terminada la Eurocopa apenas queda un resquicio, más bien por el centro y por el sur, de ese "yo soy español, español, español". Es tiempo de ponerse el pañuelo rojo; esta vez por otra causa, aunque no se deje de hablar del toro, ese animal tan representativo de muchos, aunque a mí, más que el cerdo no me representa otro animal, la verdad. Reivindico desde estas líneas la figura del Porco rosado y orejón, apestado y comilón, que tanto nos ofrece y nos mantiene. Dejo para otro día el lado femenino del representativo animal con cornamenta.

España, país raro
Tras esta breve y, espero, digna apología del puerco común, sugiero a los que ponen las banderas nacionales en sus ventanas que esperen, al menos, a que terminen las Olimpiadas, que aunque no nos lloverán tantos premios como en los deportes más populares, tenemos que sentirnos orgullosos de nuestros representantes en las categorías deportivas en las que no somos números uno. Y apoyarles, como quien apoya al hijo que no lo aprueba todo. Y animarles a seguir y a mejorar.

Vaya si es raro este país, que el máximo representante de nuestro Gobierno, luego de ver la final de la Eurocopa en directo y de no pasarse por los campos abrasados de Valencia, se acerca a la capital compostelana para hacer entrega del Códice Calixtino que guardaba un electricista de la Catedral en su garaje, junto con otros cachivaches.
Para el que no lo haya visto por Facebook o por internet, os traigo el último dibujo de Luis Davila, no tiene desperdicio






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