martes, 19 de junio de 2012

La Corte de Carlos IV

Carlos IV por Goya
Tras su presencia en la Batalla de Trafalgar a bordo del buque de nombre Rayo, el niño Gabriel pasa a servir a una actriz de teatro en Madrid, lo que aprovecha el célebre autor español Benito Pérez Galdós para adentrarnos en el mundo de la farándula de la época de finales del setecientos y principios del ochocientos. Por tener relación la señora de Gabriel con gente de la nobleza, los servicios del despierto chaval son requeridos por una condesa. A través de los ojos del zagal, Galdós nos presenta las conspiraciones urdidas en El Escorial alrededor del Príncipe de Asturias, futuro Fernando VII, contra el bonachón pero inepto, rey Carlos IV de España, más preocupado por su afición a la caza que por los intereses de los españoles, que atravesaban una grave crisis. No puede un servidor -permítame el lector tomar prestado el estilo de los escritores españoles de otra época- dejar de pensar en la última escapadita del Borbón de nuestro tiempo, aunque quede poco de comparable, por suerte, con aquella familia Real.



La familia de Carlos IV por Goya

La "hermosa" María Luisa de Parma, en el centro de la imagen, fue retratada por Goya sin ningún ápice de compasión, sin ningún ánimo de esconder su, por otro lado ausente, belleza, cuando no habían llegado aún las cámaras de fotos de la mano de la Revolución Industrial.
Nos presenta la novela personajes históricos con gran peso. Aparece Godoy, nada apreciado por el pueblo y mucho menos por la Iglesia, debido fundamentalmente por las desamortizaciones que promovió -ni clero ni nobleza pagaban un duro por lo que tenían, mientras que muchas tierras estaban inutilizadas-. Se entiende en este sentido que el canónigo de Zaragoza, Escóiquiz, tutor de Fernando, conspirase para hacer caer a Godoy y al Rey. Nada querido fue el favorito de la Reina en su tiempo, aunque a la larga tendría mayor reconocimiento. Aparecen también Goya, pintor de la Corte, Isidoro Máiquez, el mejor actor de la época que estudió en París y llegó con nuevas ideas para la representación, o Moratín, autor de El sí de las niñas, donde critica la educación de las jóvenes y defiende la libertad de las mujeres para escoger marido por amor. 
Gran narrador este prolijo Galdós, auge del realismo español, verdadero impulsor de la novela histórica perfectamente documentada, presentada a través de personajes ficticios bien definidos que nos acercan una realidad que marcó la etapa de principios del siglo XIX.

Monasterio de El Escorial

Pero no estamos sólo ante una documentación histórica, sino que detrás de sucesos tales como la Conjura de El Escorial se encierra una muy buena novela con un magnífico desenlace -que no quisiera estropear a nadie- en el cual los protagonistas forman parte de una representación teatral del Otelo de Shakespeare. Lo que ocurre entre bastidores: secretos que se desvelan que llegan a oídos oportunos, precipita una serie de sucesos dignos de la mejor de las obras.


2 comentarios:

  1. Mmmm... qué buena pinta! Lo desconocía por completo pero sí sí, este estará entre mis próximas lecturas

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