Que en España tenemos la capacidad de ensalzar o de criticar, sin apenas término medio, cualquier acontecimiento que suceda a nuestro alrededor es algo inherente a nuestra historia. El ser comedido es una especie minoritaria; el puente que transcurre desde la euforia hacia el pesimismo es una travesía corta, sin paradas en más sentimientos que el punto de partida y el de llegada.
Esto pasa también en el fútbol. En este caso, los periodistas y aficionados somos los que normalmente nos posicionamos , los primeros porque tienen que vender y los segundos porque tenemos una pasión que no entiende de raciocinio, a uno u otro lado del puente, los jugadores y entrenadores son los que pululan por la pasarela, o eso esperemos.
Esto pasa también en el fútbol. En este caso, los periodistas y aficionados somos los que normalmente nos posicionamos , los primeros porque tienen que vender y los segundos porque tenemos una pasión que no entiende de raciocinio, a uno u otro lado del puente, los jugadores y entrenadores son los que pululan por la pasarela, o eso esperemos.
Italia era cosa pequeña contra la todopoderosa España. Nos empataron y pasamos a ser un desastre. Irlanda es una menudencia y, por ello, vamos a meterles un carro de goles ya que somos extremadamente superiores. Mira que por creernos un Gran Imperio no hace tanto lo perdimos casi todo, pudiendo haber cubierto las primeras posiciones después de partir de tan privilegiado emplazamiento.
Lo siento, gana el pulso la vena aficionada que llevo dentro.
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